La llegada de esclavos africanos traídos a Latinoamérica para desarrollar el capitalismo hasta lo que conocemos hoy dio lugar a nuevas expresiones culturales tales como la música afroperuana, con instrumentos como el cajón, originario de las cajas de frutas que usaban para la percusión, o incluso el propio cuerpo repicando en él las palmas de las manos. La música, a base de la transformación de géneros y patrones estéticos importados, va construyendo una identidad propia que todavía perdura.
El poema Me gritaron negra, cuenta su autora Victoria Eugenia Santa Cruz en una entrevista para TV Perú, está ligado a un recuerdo de cuando ella tenía apenas unos siete años, o no llegaba a cinco siquiera, como dice la letra. Ella relata que donde vivía, en La Victoria, provincia de Lima, las chicas eran todas mestizas y ella era la única negra. Un día se vino a vivir al barrio una familia muy blanca, con la chiquita gringuita, y cuando salió a jugar, la gringuita le mira y dice:
– si esa negrita juega yo me voy.
– Buenooo -dijo ella-, ésta acaba de llegar y ya está poniendo reglas?
Cuál sería su sorpresa cuando sus amigas le dicen:
– Vete, Victoria.
Una puñalada es una caricia comparado con aquello que le pasó, afirma. Ella no sabía que era negra, y cuando dice que no sabía que era negra no está hablando del color, sino de lo que eso implicaba! Y le retiraron, fue muy doloroso. Nació en ella ganas de revancha, empezó a odiar (si le hubieran dado una ametralladora…), pero decía: – qué fuerte soy porque odio.
Hoy sabe quién es, hoy nadie le puede insultar, y hoy sabe qué cosa es compartir, y que tenemos un compromiso que empieza con uno. El que no es leal consigo mismo no puede ser leal con nadie.